Por Abealterno
Hace años, Ecuador marchaba en multitudes contra el alza de impuestos neoliberal, ordenada por el entonces presidente Bucaram. Ante la enjundia de las protestas, éste se les unió y gritaba, como el que más, consignas contra la medida. Recibió el remoquete de “El Loco” y el congreso, bajo la presión del pueblo, terminó destituyéndolo.
Acá, al tercer año de su nuevo mandato, el uribismo impulsa su tercera reforma tributaria, en plena crisis sanitaria, económica y social de pandemia. El pueblo, se yergue con energía contra el despropósito. Los uribistas, y varios de sus consortes oficialistas (La U., C. Radical, etc.), con ojos de espanto y a instancias del mismísimo Don, como rémoras, adhieren a la cola de los inconformes y gritan ¡abajo, abajo! Así, por ejemplo, Paloma Valencia.
A ojos vistas, su hipocresía y oportunismo, según los entendidos, apuntan a evitar próximos fracasos electorales, y/o fortalecer su rapacidad con el erario, o, lo más grave, a adormecer al pueblo mediante el engaño.
¿Será que, como en Ecuador, el pueblo termina sacándolos del poder, allá por “locos”, acá, entre otras, por déspotas y cínicos?
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