Por Enrique Zárate Durier
Estimados colegas.
Hoy nos encontramos ante una coyuntura política, económica, social y demás. Y no deja de tener elementos éticos que nos desafían como nunca.
Por un lado, quisiera antes de tomar la imagen de un candidato, resaltar la importancia de un Proyecto Nacional. Que tiene dos caras: la continuidad de un esquema maquiavélico, dañino y que ha estado al mando por más de doscientos años en los cuales las familias económicamente más poderosas han dirigido los destinos de nuestro país. Familias que se han enriquecido y se han enquistado en los puestos públicos más importantes y han defendido a los poderosos económicamente, a los dueños de los bancos y han favorecido la explotación de nuestros recursos a multinacionales que han extraído las riquezas de nuestros suelos con todas las facilidades que los gobiernos de turno les han dado, generando desplazamiento y pobreza en nuestro campesinado más humilde, aquellos que tienen que arrendar parcelas a los grandes terratenientes o en el peor de los casos jornalearse o regalarse por un sueldo ínfimo sin derecho a seguro social ni prestaciones a las que como empleados tienen derecho. A esa clase pertenecen los grandes hacendados, los cultivadores de palma africana, los ganaderos y otros que explotan a las gentes humildes y se creen los dueños de la tierra per se.
La otra alternativa de Proyecto Nacional encarna y defiende a los desposeídos, a los que históricamente han sido marginados por las castas políticas tradicionales y corruptas. Esta propuesta que se nos plantea nos dice que es la Educación su prioridad, y no cualquier educación. La Educación como un derecho inalienable, no negociable, lo mismo que la Salud, ya no como un negocio, sino como un DERECHO, como lo establece la Constitución del 91’. El cuidado de la tierra, el desarrollo de una agroindustria que provea a los productores de mejores condiciones, más justas frente a las leyes del mercado que hoy en día son absolutamente injustas.
Esta propuesta demanda de los dignatarios del Estado absoluta pulcritud en su gestión administrativa, cero corrupción. Esta propuesta es valiente, no es nueva, pero es una necesidad sentida y una exigencia de un pueblo cansado de que abucen de la democracia, de la demagogia y de los malos manejos. La protección del Patrimonio Nacional, Protección al Medio Ambiente por medio del desarrollo de nuevas tecnologías y la liberación paulatina de la petróleo-dependencia. Implementa un nuevo sistema de empleo, donde el empleado recupere a plenitud sus derechos antes de las reformas laborales que les arrebataron y que beneficiaron a unos pocos, mientras que el obrero vio menguados sus derechos alcanzados y su estabilidad totalmente perdida por un sistema perverso que creó empleos temporales y permitió la explotación de la mano de obra ya rasa o especializada.
No voto por Petro, por Petro mismo. Voto por lo que él representa. Un aire nuevo, una esperanza en medio de un país que así lo requiere. Y soy consciente de que no la tiene nada fácil, porque se va a encontrar con un Congreso prostituido, corrupto y lleno de alianzas en su mayoría que corresponden a toda una clase política en decadencia, pero que quiere perpetuarse en el poder. Pero eso es otra página de la historia.
Buen argunento Enrique. Para la historia, valdría la pena darle fecha y lugar a la carta.