Por Richard Sanz*
Para dar inicio a esta incursión del cine colombiano tenemos que entender nuestra forma de ver el mundo. ”La materia prima de los escritores cinematográficos es la sociedad y en ella nos vemos reflejados e identificados” dice Guillermo Arriaga, Guionista mexicano. Es de allí donde nacen todas estas historias, las cuales no solo son espejos de múltiples problemáticas de nuestro país, sino que también podemos identificarnos con personajes ficticios, con acciones, caracteres y formas similares de pensar, construidos de la realidad de nuestras culturas y naturaleza colombiana. A su vez nuestro cine nos permite ver como una ventana de la otra realidad de Colombia, aquello desconocido a lo que tal vez nunca tengamos acceso y nos llena de morbo, la cual podría ser otra forma de ver y buscar solución a nuestro país.
Películas como: La Vendedora de rosas (1998), La primera noche (2003), El semáforo (2010), Los colores de la montaña (2011), Chocó (2012), entre otras, son algunas en las que podemos ver y explorar la curiosidad por una sociedad sumergida en la pobreza que muchos colombianos no conocen, pero compartimos un país con ellos. Además de comprender estas historias y sensibilizarnos con personajes heroicos que retan una condición social, el cine tiene que ser como un grito de Dios, como el exorcismo que libere lo oculto, como un abismo de denuncia y reflexión de nuestra sociedad.
Por otro lado tenemos las tan polemizadas narco películas, las cuales son muchas, algunos ejemplos son cintas como: El rey (2004), Sumas y Restas (2004), Sin tetas no hay paraíso (2010) y El cartel de los sapos (2012), cuestionadas por mostrar historias de una Colombia negativa y tenernos años y años mirando un círculo vicioso de tragedia y droga, pero ¿Cómo hacer una ensalada de frutas sin frutas?, ¿Como hacer cine colombiano sin mostrar una realidad?, mas allá de mostrar un mundo atractivo de narcos, prepagos y bandidos, nuestra materia prima nos muestra personajes que no tienen otra opción en su vida que luchar de forma incorrecta por salir adelante, mostrando una cotidianidad de adrenalina y miedo, así mismo muchos colombianos no tienen otra opción y por esta razón se identifican.
El teórico Jesús Martin Barbero dijo que aprendimos a distinguir nuestra cultura desde una retórica de la violencia y hemos aprendidos sobre nuestra nación a partir de dos grandes libros “La Vorágine” y “Cien años de soledad”, esto explica de una forma sencilla por qué en la televisión y en el cine utilizan el mismo relato, y en ocasiones, suele ser muy costumbrista para los televidentes, pero porque da rating, en el caso de la televisión. Sencillamente por que nos identificamos.
Temas cotidianos en el cine como el amor, el odio, la mentira, la ambición, riquezas, el buen sexo, etc. nos hablan sinceramente de nuestra mortalidad, humanidad y carnalidad, que para muchos es un cuarto privado, pero en el que todos algún día hemos estado.
*Comunicador Social y Libretista de Cine y Tv