El Pantalón Fruncido en el Cinto (La Tragedia del Pueblo Venezolano)

Por Anala Affigne

Tras caminar muchas horas, logra tomar un transporte irregular, solo es un camión con barandas improvisado como transporte público, sobrecargado de pasajeros que guindan de una cuerda amarrada al chasis para que la gente no se caiga en cada frenazo, llevando sol o lluvia ya que no tiene techo, los pasajeros hambrientos solo alcanzan a mirarse entre ellos el pantalón fruncido en el cinto de los muchos kilos perdidos por el hambre y las largas caminatas. La mayoría ancianos y niños, los jóvenes se han ido a buscar nuevos rumbos, a buscar dinero para enviar para que la familia tenga algo que comer.

Los tiempos de lucha y protestas pasaron, solo quedaron los muertos, los asesinados por el clan narcoterrorista que usurpa el poder en Venezuela, utilizados como moneda de cambio por los políticos que solo buscaban beneficios personales y acuerdos económicos y que quedaron desnudos ante la población que hoy los rechaza por su acción criminal. Siendo cómplices activos de la narco dictadura, ya nadie cree en ellos, ya nadie los quiere, pero aun intentan negociar para lograr por acuerdos lo que no logran por votos, porque dieron la espalda a su pueblo, un pueblo que solo tiene la esperanza en una intervención internacional, porque no hay mas fuerzas para la lucha.

Hombres y mujeres acosados por la delincuencia, el hambre y la enfermedad con la que tienen además que padecer las largas colas en un hospital público sin insumos, sin médicos, sin tiempo. El tiempo que avanza inexorablemente sobre la espalda de los venezolanos que en esa espera se les va la vida, cada día más enfermos, cada día mas hambrientos, cada día mas agotados, y no se ve la luz al final del túnel, se les cierran todas las puertas. Cuando escuchan hablar de nuevos diálogos, elecciones, acuerdos, recuerdan que los políticos ignoraron las calles caminadas, las balas aniquiladoras, los gorilas que arremetieron con furia, golpeando, lesionando, matando a jóvenes y viejos, a niños y a madres, sin distinción, a todo el que alzara la voz para protestar, ellos que defendieron su calidad de vida, sobre la vida de los venezolanos.

Los que robaron, torturaron, masacraron a todo un país, sus instituciones y su economía. Es triste, es desesperante, solo se ve una solución, una intervención militar internacional, que los mismos políticos de”oposición” bloquean para no perder sus beneficios, y que el usurpador rechaza para seguir con el negocio del narcotráfico. Ya no queda ánimo de rezar, no se ve la salida, ni se ve al rescatador, y como barco a la deriva van navegando sin rumbo ni destino.

Los gobiernos democráticos, por muy buenas intenciones que tengan, no entienden que, para quien requiere ayuda urgente, el tiempo de la diplomacia significa la muerte. No es tan fácil decirle a alguien que espere, cuando su estomago está pegado al espinazo, cuando ve a sus hijos como sacos de huesos, cuando tiene que madrugar para tratar de comprar un poco de pan, cuando ya no tiene trabajo porque el tirano acabo con las fuentes de empleo. El estado de desesperación es infinito. Es fácil juzgar cuando no se padece, cuando tu estomago está lleno y tu familia segura, es fácil juzgar, como una vez lo hizo el ex primer ministro de Inglaterra, quien sin informarse, llamo flojo y cobarde al pueblo venezolano. Que haría él en estas condiciones? Que tan valiente seria? como se desenvolvería en las mismas circunstancias?

Algunos gobiernos y las instituciones tratan el caso Venezuela, como si se tratara de un impasse con un gobierno democrático, ajustado a las leyes, pero el caso es que estos sujetos son una banda narcoterrorista, que poco le importan las leyes internacionales, Los derechos humanos, o las censuras de los pueblos del mundo. Ahora se avocan en aprobar una constitución que les dará el poder absoluto sin intervenciones, donde criminalizan la disidencia y extienden los periodos presidenciales, aparte de otorgarle el poder de nombrar y sustituir cualquier funcionario que normalmente sería nombrado por elección popular. Fabricaron una constitución que nadie quiere y nadie votara por ella, pero eso no importa cuando puedes poner los números que te dé la gana, en unas elecciones amañadas, por la siempre arrastrada Tibisay Lucena, que pondrá los votos que quiera el capo mayor, a quien solo les interesa mantener sus negocios. Unos delincuentes así, solo salen por la fuerza.

Aquí solo seguimos observando el pantalón fruncido en el cinto, de una población que cada día esta peor, ya no tiene como sobrevivir, mientras se cumplen los tiempos diplomáticos que, tal vez, nunca vendrán.
La Analista.

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