El Placer de Leer

Por Luis Fernando Gutierrez B

Recuerdo mi acercamiento con la lectura; en mi hogar no habían lujos, pero habían libros. Por cuestiones de espacio estaban en un baúl, pero recuerdo perfectamente sus carátulas, la gran mayoría eran del Círculo de Lectores de la década de los 80. Títulos como Cujo, Diario de una huida, entre otros; eran de mi madre y yo los descubrí husmeando en el baúl, ella los había leído, pero no me interesaban pues tenía nueve años de edad.

Un día al salir del colegio encontré un local pequeño lleno de historietas, Kaliman, Arandú el Príncipe de la Selva y Orión. Me llamó tanto la atención la primera de la serie de Orión que la compré; valió como 10 pesos. Esa misma tarde me la leí toda, lo que más me fascinaba era imaginarme lo que pasaba a través de sus dibujos, de allí que las monedas que me daban mis tías quedaban en ese puesto de revista. Con el pasar del tiempo, me pasé a los libros cortos como Relato de un náufrago, El viejo y el mar y todos los que un amigo mío tenía en su estantería, ya que en el colegio se los mandaron a leer. Mi amigo leía por obligación, yo tan solo por placer.

Así devoré muchos cuentos, novelas, ensayos, después historia, ahora teología, no porque nadie me mande sino por convicción propia, por gusto, por placer; algo tienen los libros impresos que me seducen. Cuando alguien me invita a su casa y puedo acercarme a su biblioteca, comienzo a leer títulos sin poder contenerme, como les digo es un placer que siento al leer y quiero que tu tengas ese mismo placer.

Le digo a mi esposa «lee lo que te guste, pero lee»; el gusto por la lectura se refina en la medida que le dedicas tiempo. Me encanta encontrarme jóvenes en Transmilenio leyendo unos mamotretos de libros mientras viajan. Curioseo los títulos y son novelas, nadie les mandó, han descubierto placer en leer y el viaje se hace mas ameno. Hoy puedes encontrar libros gratis, de mil pesos en adelante; con un amigo caminando en un diciembre por Usaquén nos encontramos un mercado de pulgas (objetos que nadie usa y las venden) libros de Martín Lutero. Lo convencí, «cómpralos que no los vas a volver a ver» y hoy es poseedor de esos dos grandes tesoros, yo también tengo los míos, pero siempre estoy a la expectativa de leer uno más.

Dirás que no tienes tiempo para leer pero yo te digo siempre hay tiempo. Los chicos del Transmilenio son testigos fieles de esto, así que comienza por una revista vieja o nueva no importa. Lee, disfruta, siente este placer, no te prives de esta experiencia, te lo digo yo, un enamorado de la lectura.

 

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