- Rechazamos con vehemencia la violación de la niña Emberá menor de edad por soldados del
Ejército Nacional en un acto perverso de machismo. Pero también rechazamos todo abuso sexual de
niñas, niños y adolescentes por hombres que se aprovechan de la condición de debilidad de los
primeros. En el caso de la niña indígena se observa además un marcado tinte racista que perpetua la imagen de los pueblos indígenas como personas inferiores que son materia disponible como si no tuvieran dignidad inherente. Tememos que este crimen que se ha conocido sólo sea la “punta del iceberg” de muchos más casos que no llegan a la luz y que apuntan al racismo y a un abuso sistemático de los derechos de los pueblos indígenas. - No nos sorprende que una sociedad e institución que glorifica la fuerza, el poder, y la imposición por las armas termine en actos tan degradantes y dolorosos como la violación de una indefensa niña por siete varones hechos y no-tan-derechos. A esto se agregar el secuestro por cinco días y violación de otra niña indígena por militares en Guaviare, y la violación de una niña de cuatro años por un civil en Garzón, Huila. Todos estos hechos y muchos más hacen que nos preguntemos sobre la clase de sociedad que estamos construyendo con los anteriores valores que en la actualidad se promueven.
- No es porque en las FFMM no se enseñe el respeto a los DDHH, pero hay una contradicción básica cuando los violadores de los mismos saben que no tienen que responder por sus hechos ante la sociedad y la justicia ordinaria. Por otro lado, nos preguntamos, “¿Dónde estaban los comandantes de estos muchachos? ¿Estaban ausentes? ¿Despreocupados? ¿Complacientes? ¿No deben responder los superiores de los soldados, junto con ellos? Sea este un llamado a la reflexión de los mandos superiores sobre la capacitación que reciben los integrantes de las FFMM, el contexto a donde son enviados, el respeto por la vida, y la protección de los más indefensos y desprotegidos que se supone es el objetivo principal de este organismo.
- Por lo anterior nos unimos a las voces indígenas que piden que los soldados sean juzgados por la justicia indígena. Además pedimos que sea un proceso no de justicia punitiva sino de justicia
restaurativa que pueda llegar a la restitución y rehabilitación de la víctima y soldados victimarios como demás vidas y comunidades afectadas. Es más, ofrecemos nuestros buenos oficios para facilitar procesos de justicia restaurativa. - No sólo rechazamos todo abuso y maltrato de niñas, niños y adolescentes, sino que trabajamos por ellas y ellos y solicitamos al Estado y a la sociedad en general que visibilice e invierta los recursos necesarios para que estas personas tengan la oportunidad de crecer de una manera sana, con la protección, cuidado y desarrollo integral que les permita llegar a una adultez plena y tranquila. De parte nuestra nos comprometemos a orar y trabajar por el bienestar de las niñas, niños y adolescentes de Colombia como también por el arrepentimiento y conversión a Dios de los victimarios.
- Por último, invitamos a otras iglesias a un pronunciamiento sobre este tema como parte de nuestro llamado como seguidoras y seguidores de Jesús a cuidar y velar por justicia para los oprimidos y vulnerables (Lucas 4.18, Mateo 25.34-36 y Salmo 146.7), llevar el mensaje de salvación y nueva vida para quienes han caído en pecado (Lucas 19.10), y trabajar por el fin del racismo, el machismo y la violencia de nuestra sociedad (Efesios 6.12).
Yalile Caballero, Presidente
Las opiniones de cada una de las publicaciones de sinmordaza.com.co son responsabilidad de cada uno de los autores y en ningún momento representan la posición oficial de la revista. Aquí son bienvenidas todas las ideas, todas las opiniones, todos los matices, todos los conceptos, publica tu artículo aquí.