Por Luis Fernando Gutiérrez
¿Alguna vez se le olvidó el teléfono celular en casa? Para muchos hombres o mujeres esto es toda una tragedia.
El teléfono celular se volvió parte de nuestra vida cotidiana, la primera generación de estos solo servía para llamar, los fabricantes fueron agregando funciones tales como: juegos, capacidad de tomar fotos, Tantas aplicaciones que hoy en día sirven para estudiar y trabajar, por estás funcionalidades tan completas es que se volvieron prácticamente necesarios para nuestro vivir cotidiano tanto en la ciudad como el campo.
¿Alguna vez se te quedó el celular en casa? Para muchos hombres y mujeres esto es una auténtica tragedia porque aparté de lo laboral y académico contiene registros de llamadas, fotos, chats que ponen al descubierto una infidelidad o un coqueteo que aunque no ha pasado a mayores ya está carcomiendo poco a poco un matrimonio, un hogar; si para muchos es el principio del fin de una relación en pareja; para otros es dejar información profesional de negocios en casa, no recibir llamadas importantes del jefe o compañeros de equipo de trabajo lo cual es bastante estresante.
Para otros es no poder llamar un padre, un hijo, un amigo, una hermana por el hecho que ya no escribimos el libretas, ni memorizamos número de teléfono, así nos acostumbró los teléfonos celulares, nos facilita las cosas y que bien por eso, ¡Que viva la tecnología!
Por afanes de salir para mi trabajo en el hospital deje mi celular, no me asusté por lo que mi esposa pudiera ver o buscar, si por la incomunicación laboral, sin embargo les comunique a mis jefes y compañeros que ese día estaré sin celular que todo sería por teléfono fijo y el chat del computador, gracias a Dios había memorizado el teléfono de mi esposa para poder saber que ella y mis hijos estuvieran bien.
En el transcurso de mi domicilio al trabajo fue el momento en que me di cuenta del faltante de mi teléfono celular, un viaje de hora y media entre bus alimentador, trasbordo en portal a bus Transmilenio y ver a todos con sus celulares chatear, reírse al ver redes sociales, ver películas de dibujos manga, novelas, leer un libro o sencillamente escuchar música. Tuve tiempo para ver por la ventana, observar detenidamente a mis compañeros de viaje, tuve tiempo para pensar. Me sentí bien ese día no morí por falta de celular un día, no se desplomó mi mundo.
Así que aprendí que es un muy buen plan desconectarse del celular un día, o medio día de ti depende el tiempo que elijas. Cuando lleves a los niños al parque en el día de descanso apaga el internet, ignora las redes sociales por un día, o por unas horas, tus hijos te lo agradecerán con una sonrisa, sabrán que ellos son más importantes para ti que cualquier otra cosa; cuando salgas con tu pareja desconéctate del Internet y pídele lo mismo a tú pareja será un tiempo maravilloso para disfrutar juntos.
Se puede vivir un día sin celular, se puede dejar en casa mientras compartes en familia, está abstinencia tecnológica es saludable para nuestra mente, y si estás solo ese día también será una magnífica oportunidad para pensar, escribir, leer o cualquier otra actividad que te resulte confortante.
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