Los Niños que ha salvado la Covid-19

Por Carlos Balanzó

Las estadísticas del COVID 19 a nivel mundial demuestran el paso arrasador de muerte que este virus y la pandemia que se desarrolló con él han dejado sobre la tierra entera sin librar un solo continente de su impacto, con casi 375000 personas fallecidas. Como si la totalidad de los habitantes de Pereira, hubiesen fallecido en 5 meses.

Pero quiero hablar de otra estadística. La de los niños que ha salvado el COVID 19. Le suena irónico, pero es cierto, no solo los que se han enfermado y se ha recuperado, sino todos aquellos que gracias a esta pandemia no han fallecido por otras circunstancias. No sabemos cuantos niños que se infectaron del COVID-19 se han recuperado, esa es una estadística mundial que desconocemos. Pero hay otra gran población de niños que se han salvado. Por lo que traigo a la memoria de los que conocen el versículo de Malaquías 4:6 que dice: “Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres”.

Miles de niños han recibido una atención oportuna de los servicios de salud. Hace unos meses escuchábamos como si nada pasara los desconsoladores relatos de niños que habían sido dejados a su suerte por las empresas prestadoras de servicios de salud, EPS, cuando creían que era una simple gripa la que tenían y los enviaban de vuelta a sus casas y fallecían de enfermedades tratables como el dengue, zika y chikunguña. Ahora el más leve síntoma de gripa prende las alarmas de todo el sistema de salud del país y de sus familias. La sospecha de COVID no da paso al descuido y la vigilancia se hace extrema. Ahora nos causa gran dolor oír noticias sobre la muerte de un bebé. Antes “era normal” y no nos inquietaba el asunto, pero cuando murió el 1 de mayo un bebe recién nacido, prematuro y con dificultades bronquiales, fue noticia nacional y se conmovió nuestro corazón al oír la noticia. Ahora los niños se salvan de morir de los descuidos de las EPS. (Increíble ¿cierto?)

Millones de niños no han podido ser abortados. ¡Gloria a Dios! La restricción y la falta de médicos abortistas han puesto freno a esta masacre a la que venían siendo sometidas millones de personitas no nacidas en el mundo por esta oscura práctica de muerte. Dios quiera que esta situación cause la ruina y la desaparición de organismos promotores de muerte como PROFAMILIA, que de familia no tienen nada y de muerte muchísimo. El embarazo adolescente ha sufrido una sensible baja, de la cual nos alegramos. Miles de moteles donde permitían el ingreso de menores a de edad a sus antros van a tener que cerrar sus puertas y ¡sobre ellos decretamos la ruina!. Ahora muchas niñas que quedaron en embarazo antes de la primera cuarentena han encontrado en su familia el apoyo para levantarse de su falta y seguir adelante sin recurrir a la “ayuda mortal del gobierno”

Miles de padres de familia se han dado cuenta que no es necesario que trabajen los dos. La voracidad por el exceso y los lujos ha cambiado por la prioridad de atender a sus hijos. Por esa razón hay madres de familia considerando no regresar a trabajar y quedarse en casa. Se han dado cuenta de la importancia de formar en casa a sus hijos, de acompañarlos en esa etapa del crecimiento que no regresa y es tan fundamental para ellos. El COVID las trajo de regreso a casa. Y en algunos hogares se ha considerado la otra opción que la madre que gana más salga y el varón quedarse haciendo esa labor de acompañamiento, por si les estaba sonando machista la propuesta. Esta acción de acompañamiento, de compartir espacio con los niños y jóvenes, ha hecho que se evapore de la mente de ellos la idea del suicidio. Quienes, ante la soledad, la ausencia del sano compartir, la falta de interés de sus padres habían contemplado la idea, ahora tienen el refugio perfecto donde encontrar ayuda. SU HOGAR.

Miles de niños no han muerto en accidentes de tránsito, atracos o han sido violados en las calles por las drogas o a cambio de ellas. El confinamiento por el COVID lo ha protegido de eso. Es posible que muchos hampones hayan cambiado de profesión y hoy estén trabajando con sus manos para proveer a los suyos. Eso ha sacado de las calles a muchos potenciales delincuentes juveniles. La violencia contra los niños que se había tomado inmisericordemente las calles de nuestras ciudades fue puesta en espera y así debe quedarse por siempre. Hay padres que han descubierto la adicción de sus hijos y han podido tratarlos.

Podemos concluir que Dios ha hecho volver el corazón de los padres hacia sus hijos. El corazón que se había de manera enloquecida ido detrás de suplir solo lo físico y que dio paso a creer que lo emocional o sentimental podría hacerse después, ahora ha vuelto sus ojos, a su mayor tesoro: la familia. El tener que hacer tareas en casa -aunque no estamos de acuerdo con ellas- como método de distracción ante la rutina del confinamiento, ha convertido el espacio que en otrora fue motivo de fricciones en oportunidades de acercamiento.

Los hijos ante la posibilidad de perder a sus padres por causa del virus se han vuelto más benévolos en el trato con ellos. La dureza del corazón y la crítica mordaz y destructiva con la que se dirigían a ellos, el desarraigo del respeto por los principios y autoridad han dado paso a un modelo de hijo autónomo pero dependiente de las funciones y roles de sus padres.
Así que en medio de esta pandemia podemos celebrar que han sucedido cosas buenas, que han fijado nuestra atención en lo que es bueno, sano y benévolo. Definitivamente nuestro corazón ha cambiado y cuando regresemos el mundo será “repoblado” nuevamente por mejores personas.

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